viernes, 22 de mayo de 2020

JESUCRISTO: EL SUFRIMIENTO VENCIDO POR EL AMOR

De
CARTA APOSTÓLICA
SALVIFICI DOLORIS

17. Las Escrituras tenían que cumplirse. Eran muchos los testigos mesiánicos del Antiguo Testamento que anunciaban los sufrimientos del futuro Ungido de Dios. Particularmente conmovedor entre todos es el que solemos llamar el cuarto Poema del Siervo de Yavé, contenido en el Libro de Isaías. El profeta, al que justamente se le llama « el quinto evangelista », presenta en este Poema la imagen de los sufrimientos del Siervo con un realismo tan agudo como si lo viera con sus propios ojos: con los del cuerpo y del espíritu. La pasión de Cristo resulta, a la luz de los versículos de Isaías, casi aún más expresiva y conmovedora que en las descripciones de los mismos evangelistas. He aquí cómo se presenta ante nosotros el verdadero Varón de dolores:
« No hay en él parecer, no hay hermosura
para que le miremos ...
Despreciado y abandonado de los hombres,
varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento,
y como uno ante el cual se oculta el rostro,
menospreciado sin que le tengamos en cuenta.
Pero fue él ciertamente quien soportó nuestros sufrimientos
y cargó con nuestros dolores,
mientras que nosotros le tuvimos por castigado,
herido por Dios y abatido.
Fue traspasado por nuestras iniquidades
y molido por nuestros pecados.
El castigo de nuestra paz fue sobre él,
y en sus llagas hemos sido curados.
Todos nosotros andábamos errantes como ovejas,
siguiendo cada uno su camino,
y Yavé cargó sobre él
la iniquidad de todos nosotros »
.(41)
El Poema del Siervo doliente contiene una descripción en la que se pueden identificar, en un cierto sentido, los momentos de la pasión de Cristo en sus diversos particulares: la detención, la humillación, las bofetadas, los salivazos, el vilipendio de la dignidad misma del prisionero, el juicio injusto, la flagelación, la coronación de espinas y el escarnio, el camino con la cruz, la crucifixión y la agonía.
Más aún que esta descripción de la pasión nos impresiona en las palabras del profeta la profundidad del sacrificio de Cristo. Él, aunque inocente, se carga con los sufrimientos de todos los hombres, porque se carga con los pecados de todos. « Yavé cargó sobre él la iniquidad de todos »: todo el pecado del hombre en su extensión y profundidad es la verdadera causa del sufrimiento del Redentor. Si el sufrimiento « es medido » con el mal sufrido, entonces las palabras del profeta permiten comprender la medida de este mal y de este sufrimiento, con el que Cristo se cargó. Puede decirse que éste es sufrimiento « sustitutivo »; pero sobre todo es « redentor ». El Varón de dolores de aquella profecía es verdaderamente aquel « cordero de Dios, que quita el pecado del mundo ».(42) En su sufrimiento los pecados son borrados precisamente porque Él únicamente, como Hijo unigénito, pudo cargarlos sobre sí, asumirlos con aquel amor hacia el Padre que supera el mal de todo pecado; en un cierto senfido aniquila este mal en el ámbito espiritual de las relaciones entre Dios y la humanidad, y llena este espacio con el bien.

18. (...)
Después de las palabras en Getsemaní vienen las pronunciadas en el Gólgota, que atestiguan esta profundidad —única en la historia del mundo— del mal del sufrimiento que se padece. Cuando Cristo dice: « Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? », sus palabras no son sólo expresión de aquel abandono que varias veces se hacía sentir en el Antiguo Testamento, especialmente en los Salmos y concretamente en el Salmo 22 [21], del que proceden las palabras citadas.(47) Puede decirse que estas palabras sobre el abandono nacen en el terreno de la inseparable unión del Hijo con el Padre, y nacen porque el Padre « cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros » (48) y sobre la idea de lo que dirá San Pablo: « A quien no conoció el pecado, le hizo pecado por nosotros ».(49) Junto con este horrible peso, midiendo « todo » el mal de dar las espaldas a Dios, contenido en el pecado, Cristo, mediante la profundidad divina de la unión filial con el Padre, percibe de manera humanamente inexplicable este sufrimiento que es la separación, el rechazo del Padre, la ruptura con Dios. Pero precisamente mediante tal sufrimiento Él realiza la Redención, y expirando puede decir: « Todo está acabado ».(50)



domingo, 17 de mayo de 2020

Jesús sabe que las profecías mesiánicas se refieren a Él.


Al leer Isaías en la sinagoga de Nazaret, afirma: “Hoy se está cumpliendo ante vosotros esta escritura” (Lc. 4, 21). A los fariseos que rehúsan creer en El, les dice: “Escudriñad las Escrituras ya que en ellas esperáis tener la vida eterna; ellas testifican de mí” (Jn. 5, 39). El evangelista Mateo se propone en su evangelio demostrar que Jesús es el Mesías, basándose en las profecías del Antiguo Testamento.
Profecías que anuncian a Jesucristo, cientos y miles de años antes, incluso desde el punto de vista estadístico, de probabilidades de cumplimiento, exigen realmente una clara intervención divina.

Tomado de Aleteia.org.

martes, 12 de mayo de 2020

La Biblia para hipsters (Francisco Varo, 2015)

... y busqué Jeremías, capítulo 33, versículo 3. Allí pude leer: «Llámame y te responderé, y te anunciaré cosas grandes e inaccesibles, que no conoces». Son palabras que forman parte de un oráculo en el que se habla de la restauración de Jerusalén, cuyas casas habían sido destruidas para reforzar con sus piedras las defensas de la ciudad ante el ataque inminente de las tropas babilónicas. Con esas palabras de Dios, por medio del profeta, se abría una puerta a la esperanza, despuntaba un rayo de luz en medio del miedo tenebroso que envolvía a los habitantes de Jerusalén.